Todo comenzó poco a poco hace unos 3 años. Con pequeños detalles, sutilmente, como elegir productos de higiene más naturales, pero sin plantearme más cambios. Sin embargo, un día comiendo un plato de venado guisado, sentí algo extraño. Era un sabor…que sólo puedo definir como a muerte y dolor. En ese momento reflexioné sobre mi alimentación y decidí dejar de comer carne al día siguiente. Nunca me ha gustado excesivamente la carne, y pescado comía poca variedad.
Me sentí como Lisa Simpson… |
Inicialmente seguí consumiendo algunos huevos y queso, eran un buen recurso cuando empezaba a llevar una nueva alimentación y útiles para comer fuera de casa.
Iván, que entonces era amante de la carne, me dijo que el haría comida vegetariana en casa para los dos, pero que aún le apetecía comer carne fuera.
Nos compramos libros de cocina vegetariana, buceamos en internet para saber más…
Ese verano estuve trabajando en un campamento y mi menú consistía en ensalada con queso y huevo duro, por lo que mi organismo se saturó y decidí dejar de consumir esos productos.
Vimos Earthlings, leímos La dieta ética. Nos dimos cuenta de todo el sufrimiento innecesario que se genera al consumir productos animales, el desprecio con que se trata a menudo a los animales, siendo considerados meros objetos o productos de consumo.
Ambos, conscientemente dimos el paso al veganismo, dejando de formar parte de esa cadena. Encontramos unos cursos muy interesantes de alimentación vegana, disfrutando así de una dieta rica y equilibrada (o eso creíamos entonces). Comenzamos a mirar los ingredientes de los paquetes de las tiendas, nos aprendimos los ingredientes de origen animal ocultos (E-120 es cochinilla), dejamos de comprar productos de cuero, lana…
Nos preocupabamos mucho por los animales, quizás no tanto por nosotros. Abusábamos de productos procesados, fritos, salsas. Y es que alimentarse de manera vegetariana no equivale a dieta sana. De hecho, yo tenía sobrepeso, teniendo que escuchar cada dos por tres que cómo siendo vegetariana estaba así… Pasé mucho tiempo sin plantearme nada al respecto, estaba en una fase de negación de la situación y adicta a la comida procesada.
El año pasado, en enero de 2011, volví a sentir algo en mi interior. Como psicóloga, empecé a bucear en mi interior y adopté una visión más holistica de mi alimentación y mi relación con la comida. Y todo comenzó a fluir…
En el año 2010 habíamos tenido contacto con la alimentación cruda, incorporando los batidos verdes en nuestra rutina, pero a parte de eso no me planteaba ir más allá. Sin embargo, ese enero empecé a sentir que necesitaba más crudo. Iván me dijo que disfrutaba comiendo vegano cocinado, asi que preparabamos la misma comida pero yo comía un gran plato de ensalada y uno pequeño de cocinado, y él a la inversa. Así los dos estabamos en equilibrio. En febrero estuvimos en un festival crudo en Daganzo, y tras empaparnos de toda esa información, los dos dimos el paso completo al crudiveganismo.
De nuevo buscamos información , hicimos cursos, compramos libros (todos en inglés, por lo que nos ha servido de reciclaje), la deshidratadora…
Hoy en día nos alimentamos de manera consciente, respetuosa con los animales y amándonos a nosotros mismos, siguiendo una dieta realmente sana tanto a nivel físico como emocional. Yo he perdido 1 kilo a la semana, hasta bajar más de 20 kilos. Iván tan sólo ha perdido 4, lo que necesitaba. Hemos desintoxicado nuestro organismo, y tenemos una relación madura con la comida. Si un día tenemos que comer algo que no sea crudo, lo comemos, siendo vegano no hay porque obsesionarse, aunque siempre te apetece volver al crudo.
Tu cuerpo te va indicando el camino, lo dificil es saber escuchar. Estamos cumpliendo nuestro primer año de alimentación crudivegana y sólo puedo decir que ha cambiado mi vida, me siento llena, feliz y abierta a lo que la vida me siga ofreciendo.
Nos encanta escucharte. ¡Los comentarios son bienvenidos!.
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